Existen múltiples razones que explican el que una determinada agrupación religiosa perdure en el tiempo:
La necesidad de una explicación del mundo por parte de los padres o familiares
Los padres o familiares a cargo de la crianza de los niños explican expresamente o bien demuestran tácitamente (con su comportamiento) una determinada visión de mundo. Ante la complejidad del asunto, lo más común es que opten por una forma tradicional de ver las cosas, que coincide generalmente con la religión familiar.
El miedo a la muerte
El temor a lo que ocurra después de morir, tan natural en el ser humano (aunque no podamos saber con certeza si ocurre o no algo), lo lleva a recibir con gozo las -usualmente buenas- noticias que las diversas religiones ofrecen.
El miedo de estar hablando solo
En efecto, una vez que se ha adquirido e internalizado la creencia en Dios o en un Ser Supremo que puede escucharnos (por ejemplo, para recibir nuestras súplicas), es muy difícil que una persona llegue a considerar que dicho ser no exista. Ello implicaría aceptar que todo el tiempo que creyó comunicarse con él en realidad estaba hablando consigo misma (o con su conciencia, si se quiere). Algunos dirán que estaba meditando.
Los mecanismos de defensa de esa misma religión
Por ejemplo, el catalogar como soberbio a quien piensa más de lo que los líderes religiosos quieren que uno piense, siendo que el auténtico líder religioso debiese querer que los fieles piensen, así como el Ser Creador, de existir, desearía que pensaran.
Lo invertido
En estrecha relación con la razón anterior, a los seres humanos les cuesta deshacerse de lo que ya tienen (endowment effect). Pero el tiempo que se haya invertido en una determina creencia es, por una parte, un costo hundido y, por la otra, parte de lo que nos ha hecho ser quienes somos.
Las festividades anuales
Todos los años reiteramos celebraciones religiosas y éstas se transforman en tradiciones.
Debido a estas razones, es más probable que improbable el que una persona ya tenga una determinada mentalidad religiosa.
La necesidad de una explicación del mundo por parte de los padres o familiares
Los padres o familiares a cargo de la crianza de los niños explican expresamente o bien demuestran tácitamente (con su comportamiento) una determinada visión de mundo. Ante la complejidad del asunto, lo más común es que opten por una forma tradicional de ver las cosas, que coincide generalmente con la religión familiar.
El miedo a la muerte
El temor a lo que ocurra después de morir, tan natural en el ser humano (aunque no podamos saber con certeza si ocurre o no algo), lo lleva a recibir con gozo las -usualmente buenas- noticias que las diversas religiones ofrecen.
El miedo de estar hablando solo
En efecto, una vez que se ha adquirido e internalizado la creencia en Dios o en un Ser Supremo que puede escucharnos (por ejemplo, para recibir nuestras súplicas), es muy difícil que una persona llegue a considerar que dicho ser no exista. Ello implicaría aceptar que todo el tiempo que creyó comunicarse con él en realidad estaba hablando consigo misma (o con su conciencia, si se quiere). Algunos dirán que estaba meditando.
Los mecanismos de defensa de esa misma religión
Por ejemplo, el catalogar como soberbio a quien piensa más de lo que los líderes religiosos quieren que uno piense, siendo que el auténtico líder religioso debiese querer que los fieles piensen, así como el Ser Creador, de existir, desearía que pensaran.
Lo invertido
En estrecha relación con la razón anterior, a los seres humanos les cuesta deshacerse de lo que ya tienen (endowment effect). Pero el tiempo que se haya invertido en una determina creencia es, por una parte, un costo hundido y, por la otra, parte de lo que nos ha hecho ser quienes somos.
Las festividades anuales
Todos los años reiteramos celebraciones religiosas y éstas se transforman en tradiciones.
Debido a estas razones, es más probable que improbable el que una persona ya tenga una determinada mentalidad religiosa.